Las gallinas no pudieron con los pibes del ciclon

 Queda claro, después de este duelo de estilos entre San Lorenzo y River, por qué estos dos grandes del fútbol argentino están donde están en la tabla de posiciones de la Liga Profesional. Porque son dos equipos muy trabajados, con mucha disciplina táctica y estratégica, que creen en las ideas de sus técnicos. Pero, sobre todo, se entiende por la intensidad con la que juegan.

El CARP y CASLA, con Talleres, son los equipos más intensos del fútbol argentino y así están las cosas. Ese ritmo es el que pudo haber explicado, también, los roces que derivaron en el tumulto de un final caliente.

En ese contexto, el diferencial para los dirigidos por Demichelis es una jerarquía que en general queda expuesta con sus rivales de turno. En la noche del sábado, en el Pedro Bidegain, los galones de fútbol del puntero del campeonato se diluyeron en un San Lorenzo que comprende como nadie sus propias limitaciones y que juega con esa consciencia, con orgullo. Con orgullo y con muchísimos futbolistas por detrás de la línea de la pelota: anoche fueron 11, directamente. Antes de la expulsión al Perrito Barrios y mucho más después, el partido fue un frontón para River hacia los tres cuartos del campo en ataque. La línea de tres que dice tener Insua ayer pareció ser más de siete que de cinco. Y el líder casi nunca pudo resolver el acertijo de cómo llegar al área de un Augusto Batalla que en el Ciclón se consagró como arquero de equipo grande: las pocas veces que le llegan, responde. En este caso, el axioma presenta un inciso especial para San Lorenzo: lo lastiman poco no porque tome riesgos y sea protagonista con la pelota sino por el catenaccio, o el Gallenaccio, que profesa su entrenador.

Lo cierto es que el planteo de Insua, ese enjambre de jugadores del CASLA que le sostuvo todo el partido el ritmo al puntero, fue un problema sin solución para un River que no estuvo tan fino y que por momentos no supo qué hacer con una posesión que siempre se acercó al 70%. De hecho, aún con sus 11 futbolistas en su propio campo, cada robo del Cuervo en defensa era sensación de peligro para el CARP: Barrios y Leguizamón, Giay y sobre todo Braida, salían como flechas ante cada recuperación y así fue cómo incluso Boedo generó en situaciones puntuales sistemáticamente más chances de contra que River con el dominio casi absoluto del juego.

Una de las dos rachas más largas de la actualidad del fútbol argentino se iba a quebrar en el Nuevo Gasómetro y, gracias a Batalla en un par de ocasiones, la que se cortó fue la de un River que hizo goles durante 38 partidos consecutivos hasta que chocó con la muralla del Bidegain. Así, salvo que Talleres pierda este lunes en Córdoba contra Unión, una eventual vuelta olímpica se postergará al menos por una semana.

Para River, más allá del final de una Liga que no se le debería escapar, el del sábado debió ser un llamado de atención para una Copa Libertadores que en instancias de playoffs presentará trámites igual de duros e intensos, con pierna fuerte.

Para San Lorenzo, en cualquier caso, y más allá de que deberá mejorar su ataque y de que perdió a la Roca Sánchez en una defensa diezmada, quedará la seguridad de que por este camino, asegurándose el cero en su arco, solo le quedará intentar embocar alguna.

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