SAN LORENZO DIO CATEDRA CONTRA LA ACEDEMIA S.A

La mano de Ruben Darío Insua. Ahí está. En el entretiempo, con el partido 0-0, saca al Perrito Barrios que estaba de volante por izquierda y manda a la cancha a Andrés Vombergar. Y mete un pleno: porque Vombergar asiste de cabeza a Méndez para el 1-0 y clava, con una definición exquisita, el 2-1 (antes, incluso, había dejado solito a Bareiro).

 Pero la mano de Insua va más allá de este acierto en un cambio que, valga la redundancia, cambió el partido: logró un equipo sólido, granítico, pero sobre todo un plantel comprometido. Puede jugar mejor o peor, pero en San Lorenzo (los cinco en el fondo, “si vas vos, yo me quedo”) hay algo que no se negocia: el sacrificio. Todos corren, principalmente, hacia atrás (porque correr hacia adelante es fácil): cada vez que pierde el balón todo el mundo parece tener el deber, la orden, la exigencia, de pasar la línea de la pelota. En otras palabras, Insua logró eso tan mentado que ya es una frase hecha de los técnicos, un lugar común, pero que, desde que la pelota rueda, hace la diferencia: “Un equipo ordenado”. De esta manera, suma (el objetivo principal para el que llegó el técnico) y, por añadidura, le dio al plantel esa paz tan necesaria.

 Por su parte, Racing, este Racing de Gago, vuelve a pegar el faltazo en un partido clave, un partido que era para prenderse definitivamente arriba y meterle presión a Atlético Tucumán. Y lo peor fue que, a diferencia de otras veces en las que no consiguió el resultado deseado (eliminación de la Sudamericana o caída por penales ante Boca), Racing jugó muy mal: decididamente, mereció perder.

 

Este Racing a veces, demasiadas veces, muere de buenas intenciones: intenta salir jugando por abajo, busca que los laterales rompan, que los volantes toquen y vayan, que los delanteros se muevan. Racing sabe bien la teoría (triangulaciones, movilidad, tenencia y el concepto de ser anchos para ser profundos), leyó todos los manuales del buen fútbol, lo que pasa es que después hay que salir a la calle. Y, ahí, en la calle -la cancha-, a veces, demasiadas veces, peca de ingenuo y se lo comen en un pancho.

Le pasó este lunes: ante un equipo bien cerrado, un equipo que no le regaló ni un centímetro, que le propuso un juego de roce y músculo y raspa que te raspa, se le complicó. Defendió mal -y hasta muy mal- manejó la pelota durante muchos tramos, pero dando la sensación de que el arco de Batalla le quedaba lejos, y cometió errores infantiles, como las rojas de Chancalay y de Sigali.

 Lo peor de este Racing no fue la derrota (todos pierden, más en este torneo) o lo peor no es que pueda alejarse aún más de la punta si Atlético gana mañana. Lo peor de este Racing de Gago es que cada vez se aleja más del Racing de Gago.

 LES DEJO LOS GOLES DEL CICLON


                                   



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